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Cuando me han preguntado alguna vez por mi identidad, he dicho que imagino como símil los círculos concéntricos que se abren sobre el agua al caer de una piedra. En el primero de esos círculos soy nicaragüense, en el siguiente centroamericano, en el otro caribeño, y por fin, en el más amplio de todos, el que abarca y ampara a los demás, soy hispanoamericano de las dos orillas. Es decir, siempre me he sentido de una parte y de todas, y jamás me he visto como extranjero en ningún sitio de los míos de Tucumán a La Serena, de Santa Cruz…
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