Publicidad
Días después de que comenzara la cuarentena, el confinamiento obligatorio a causa del COVID-19, en medio del silencio y de ese aire enrarecido que se respiraba en el ambiente, cuatro zopilotes se instalaron en los altos de un edificio del condominio en el que habito. Aparecieron así de repente, negros y majestuosos, integrándose al paisaje por derecho propio, anunciándonos desde su impasibilidad un clima de desgracias. Todos sucumbiríamos y ellos permanecerían ahí para alimentarse de la carroña. Era imposible en aquellos momentos no pensar en malos augurios y envuelto en esa sensación de que el tiempo se había detenido, me…
Publicidad
Publicidad