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Si algún marciano estudiara nuestra sociedad y nuestro funcionamiento, nos percibiría probablemente de forma parecida a como nosotros observaríamos un inmenso laberinto lleno de ratas agitándose detrás de un suculento olor a queso que las conducirá hasta lo que ellas suponen que es el objetivo de sus vidas. El problema es que un gran número morirá en el intento, y que las que consigan llegar a la meta, descubrirán que el premio en cuestión no valía en realidad la pena. Otras, menos numerosas, intuirán –quizá–, que quienes en verdad se dan el lujo de tener una despensa de quesos deliciosos…
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