Hay que empezar por señalar que a veces, ensoberbecidos por el poder y mal aconsejados por sus incondicionales, hasta los verdaderos autócratas calculan mal. Ahí tenemos a Putin, por ejemplo. Creyó que los ucranianos, primos hermanos de los rusos, recibirían a sus soldados y a sus tanques como libertadores, pero los recibieron a balazos. Creyó que Occidente, como Roma, ablandado por “camas blandas y aguas tibias”, era más decadente y más cobarde de lo que en realidad es. Y más crucialmente, creyó que él y su ejército, en realidad lastrados por su corrupción y su ineficiencia, eran más fuertes de…