Sembrar un árbol
Siempre habrá campo suficiente para plantar nuevas ideas, valores y anécdotas.
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Siempre habrá campo suficiente para plantar nuevas ideas, valores y anécdotas.
Un abuelo siembra un árbol en su jardín. Se ensucia las manos de tierra café mientras escarba con cuidado. Sus dedos rozan tierra fresca, fría. Coloca entonces, con más cuidado, ese árbol pequeño y frágil, tan frágil que a veces le cuesta creer que llegará a tal punto de que para talarlo no serán suficientes las manos humanas, esas mismas que ahora lo colocan con ternura en un pequeño agujero que cubre con tierra húmeda. Su nieto, que observa el acto en silencio, aventura una inquietud: “Abuelo, pero no te va a dar tiempo de verlo crecer”. Él lo mira…
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