Y va de nuez
No para.
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No para.
El ritual no cambia. Abro el periódico, lo coloco sobre mis piernas. Como si fuera la primera vez. Déjà vu. Un café en la mesita ovalada que está a mano, doy un sorbo. O dos. Entra una luz opaca por la ventana entreabierta, hay un viento extraño para ser marzo y seguro que va a llover. El sofoco sube al repasar los titulares, superficialmente primero, detalladamente después. Escala el frío de los pies a la cabeza. Toma mi cuerpo. Ahogo. Va a llover. La ola de noticias es aviesa, oscura. ¿Será posible? Más perversa. Montaña rusa… que no se detiene…
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