Cerrar las puertas de la justicia en el país no es garantía total de impunidad, solo momentánea y parcialmente. Juan Orlando Hernández se tomó el control total de los tres poderes del Estado hondureño, utilizó al Ejército y la Policía para traficar drogas, aprobó leyes para saquear impunemente y se hizo reelegir violando la Constitución, con la venia de la justicia cooptada, teniendo a sus pies al poder económico. Qué ganó con todo esto: tiempo para gobernar a sus anchas con impunidad, pero con fecha de caducidad. Tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos, decía Porfirio Díaz,…