De la sangre azul a las neuronas

El mundo cambió y no nos hemos dado cuenta. Las diez personas más adineradas de la tierra ya no son los antiguos nobles, como lo fue por siglos, sino sobre todo genios tecnológicos. Entre las diez personas con más dinero en el mundo no figuran los reyes europeos, sino sobre todo personas que nacieron en el seno de familias de clase media, con inteligencia, educación de excelencia y ganas de trabajar. Nadie en la historia de la Humanidad ha tenido tanto dinero como Elon Musk (50 años), fundador de SpaceX y Tesla. No fue por herencia o afortunado enlace matrimonial, como ocurría antes, que levantó una fortuna increíble. Este año pagó en impuestos al fisco estadounidense 11 mil millones de dólares (Q83 mil 600 millones). Entre tanto, muchos descendientes de nobles venden sus castillos en Europa porque ya no tienen los recursos para darles mantenimiento. Entre las diez personas con más dinero en el mundo figuran también Jeff Bezos, de 58 años, y Mark Zuckerberg, de 37 años, y así podríamos seguir hablando de los nuevos billonarios de hoy que con talento, educación y trabajo en pocas décadas han levantado fortunas impensables. Por decirlo metafóricamente, la forma lícita de ganar dinero se desplazó de la sangre azul a las neuronas. La llamada sangre azul (una forma de referirse a reyes, nobles y aristócratas, con desprecio para los demás) ya dejó de ser la fuente principal de riqueza. El poder ahora está en las neuronas, como sinónimo de inteligencia y educación de excelencia. El dicho chapín dice que el que es maceta nunca pasa del corredor. Antiguamente no había movilidad social. Si tú nacías noble, tus descendientes seguirían siendo nobles. Si nacías esclavo, serías esclavo toda la vida. Si nacías siervo, estabas condenado a serlo de por vida, igual que tus hijos y nietos. Pero todo esto se acabó. Ahora la movilidad social es muy grande, pero está ligada a solo tres factores: 1) capacidad intelectual, 2) educación de excelencia, sobre todo en áreas tecnológicas, y 3) trabajo creativo duro. En parte, la capacidad intelectual está vinculada a una sana alimentación, porque la desnutrición impide el desarrollo cerebral (en Guatemala casi uno de cada dos niños sufre algún grado de desnutrición, lo que incide en que tengamos uno de los cocientes intelectuales más bajos del mundo). En cuanto a la educación de excelencia, en Guatemala tristemente la pública, la de Joviel Acevedo y los sindicatos magisteriales, es mediocre y provoca atraso y frustración. En la enseñanza privada (no toda) hay mayor sentido de la importancia de la calidad educativa. Para ilustrar mi disquisición señalo el caso de Luis von Ahn, guatemalteco talentoso de clase media que a la edad de 21 años creó los captchas y otros inventos que vendió a Google por 20 millones de dólares (cerca de Q155 millones). Ganó una fortuna solo con intelecto, educación, creatividad y trabajo. Luego creó la empresa Duolingo, una plataforma con la app educativa más descargada en el mundo, con más de 200 millones de usuarios. Ahora Duolingo (fundada en 2012) tiene un valor de mercado superior a los 700 millones de dólares (cerca de Q5 mil 425 millones), un crecimiento de vértigo en apenas nueve años. Pronto Von Ahn será la persona más adinerada de centroamericana, lo cual habrá logrado con preparación académica, capacidad intelectual, creatividad y trabajo arduo. No por corrupción, herencia o un matrimonio que le diera acceso a millones de dólares. Te pregunto, ¿habría podido triunfar Von Ahn en un mundo tecnológico si en vez de graduarse del Colegio Americano lo hubiera hecho en algún instituto público de provincia? En Guatemala, hay millares de niños talentosos cuyas oportunidades castramos con una educación pública infame, en la que es más importante conocer los viajes de Cristóbal Colón que las herramientas tecnológicas del mundo de hoy. En el bachillerato, Von Ahn aprendió inglés, a pensar y resolver problemas, en tanto que el graduado de bachillerato de institutos públicos no aprende inglés, tampoco maneja bien el español ni las herramientas tecnológicas del mundo de hoy. Se gradúa para andar por el mundo de hoy como un zombi, echando la culpa de su miseria no a la pésima enseñanza recibida, sino al neoliberalismo, que hoy se volvió sinónimo de mercantilismo, de sociedades de prebendas, privilegios, monopolios y oligopolios y de corrupción de todo tipo, inclusive de los sindicatos, incluidos los magisteriales. Por falta de espacio menciono solo otro caso, el de Marcos Andrés Antil, de la etnia q’anjob’al. Cuando tenía 5 años se salvó de morir gracias a que su madre vendió su ropa para llevarlo a una curandera. A la edad de 14 años emigró a los Estados Unidos solo y sin documentos. Superó dificultades inherentes a no tener un estatus migratorio legal, así como su renuencia inicial a estudiar. Con esfuerzo superó todas las dificultades. Hoy es dueño XumaK, empresa de mercadeo digital con sede en Estados Unidos y sucursales en varios países. Tiene clientes en más de 26 países, entre los cuales se encuentran empresas del Fortune 500. Desde Guatemala dirige su exitosa empresa. Escribió el libro Migrante, cuya lectura recomiendo. En Guatemala, las élites y la población no están comprometidas con fomentar la educación de excelencia. Todos los maestros deberían contar con una licenciatura, acceder al cargo por oposición y ascender por méritos, no por antigüedad. Siéndolo, en época electoral no es tema central de los programas de gobierno (planes que generalmente solo son copy-paste) ni de las prioridades de los diputados y gobernantes. En el caso de la educación, el único plan que ha existido es el de ver cómo seguir las transas con Joviel Acevedo, sin importar que en lectura y matemáticas nuestros niños vayan a la cola en América Latina. En Guatemala este es un asunto que a nadie le interesa corregir. La mala educación provoca sociedades de grandes desequilibrios,desigualdades e inequidades. La educación de excelencia distribuye la riqueza.

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