El prototipo de un tren -consistente en una locomotora halando vagones- fue obra del inglés Richard Trevithick en 1804, quien para accionar la locomotora utilizó el principio de la máquina de vapor -desarrollada por el escocés James Watt-. En sus inicios el invento de Trevithick resultó muy impráctico, hasta que George Stephenson diseñó una línea férrea sobre la que se desplazaría la locomotora y los vagones, a los que agregó ruedas con “pestañas” que corrían sobre los rieles -diseño de William Jessop-. Con la suma de estos inventos se llegó a construir los primitivos ferrocarriles. El primer servicio de ferrocarril comercial inició en 1830 entre las ciudades de Liverpool y Manchester. Para 1847 Inglaterra ya contaba con varias líneas de ferrocarril, por lo que se establecieron horarios para la llegada y salida de las estaciones, aunque dichos horarios no coincidían entre diferentes ciudades, por lo que finalmente el Gobierno británico