Guatemala: Un laberinto perfecto
Es decir, sin salida.
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Es decir, sin salida.
El reportaje especial titulado exactamente como esta columna, que apareció hace dos días en este matutino, provoca dolor y vergüenza. Indignación. Y debería provocar aún más reflexión y análisis crítico. Pero no sé si todo lo anterior, sumado, superará a la indiferencia. Esa con la que nos venimos “cobijando” desde hace ratos en esta ciudad llamada Nueva Guatemala de la Asunción. ¿Asunción? No puedo saber si es en todo el país donde se da ese fenómeno, pero desde hace rato, en esta capital, yo creo que nos venció el miedo y la desesperanza. Por lo tanto, nos ha invadido un silencio que puede traducirse también en una especie de complicidad en la construcción del laberinto perfecto. Con muros más altos y mayores encrucijadas. Peor aún, mucho peor, cuando ese silencio cómplice viene dado por la conveniencia. O sea, aunque suene y parezca contradictorio, a unos, la indolencia nos viene
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