Siberia
EL BOBO DE LA CAJA
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EL BOBO DE LA CAJA
Uno. Hace un tiempo ya, investigando el fenómeno de las pandillas conocí a la plana mayor de la clica Coronados Locos de la mara Salvatrucha. Iba acompañado de dos colegas, tan aventureros e imprudentes como yo. Tuvimos suerte de caerles bien y no acabar desollados, pero esa es historia aparte. Al año siguiente quisimos retomar contacto y la nómina había cambiado drásticamente. Al cabecilla lo cosieron a balazos en un ajuste de cuentas y hubo pugnas internas al elegir quién ocuparía su lugar. El ungido resultó siendo alguien a quien no conocíamos. La fortuna quiso, menos mal, que con él también hiciéramos buenas migas; a tal punto que, más adelante, con el agua al cuello nos llamó. Había solicitado el derecho de quebrada, es decir, permiso a sus homies para desligarse del grupo. Ese tipo de peticiones sólo se hacen por motivos de fuerza mayor. Lo usual
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