Pacto
El discurso del odio es una cobardía.
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El discurso del odio es una cobardía.
La realidad de tiñó de banderas. Se desató la tormenta electoral. Una muy particular, por cierto. Pero si la aprovechamos para ejercer nueva ciudadanía, todo habrá valido la pena. El odio domina continentes y desemboca en atentados terroríficos en contra de la vida de miles de civiles. Diariamente. La mundialización nos abre los ojos y evita que nos hagamos “los locos” ante el sufrimiento global. Los volcanes y cordilleras ya no son obstáculo. Los mares ya no aíslan la comunicación. Hoy se habla de “ciudadanos del mundo” y cada acontecimiento aterrador nos incumbe y nos deja lecciones que ya no admiten la indiferencia. Dentro de ese contexto, el debate sobre la libertad de expresión es planetario. Están los que la defienden racionalmente, pero están también aquellos que consideran que no tiene límite alguno, ejerciendo vorazmente el llamado “discurso del odio”. Esa acción comunicativa que tiene como objetivo intencional promover
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