Todavía desconocemos el verdadero alcance de la violencia contra las mujeres, puesto que el miedo a represalias, los efectos de que los demás no les crean y el estigma que soporta la sobreviviente –pero no el agresor– han silenciado las voces de millones de sobrevivientes de la violencia y han desvirtuado la dimensión real del horror continuo que sufren las mujeres. Recientemente, activistas de base y sobrevivientes, además de movimientos internacionales como el de “#MeToo”, “#TimesUp”, “#BalanceTonPorc”, “#NiUnaMenos”, “HollaBack!” y “#TotalShutdown” han convertido el aislamiento en sororidad mundial. Gracias a esta acción, se exigen responsabilidades a los agresores y se expone la prevalencia de la violencia ejercida en un espectro que incluye desde la alta dirección hasta la planta de producción. Los movimientos mundiales de hoy en día impulsan peticiones colectivas de rendición de cuentas y la adopción de medidas e instan a poner fin a la impunidad para