Embajador Arreaga: ¿A quién sirve usted?
Cuidado, don Luis, porque de tales fibras invisibles se han tejido los murales de todas las traiciones a lo largo de la historia.
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Cuidado, don Luis, porque de tales fibras invisibles se han tejido los murales de todas las traiciones a lo largo de la historia.
Lo he observado desde lejos durante los ocho meses que ha fungido en Guatemala como Embajador de los Estados Unidos de América. No quiero juzgarle por anticipado con dureza porque creo que su presencia ha sido todavía demasiado breve para ello. Pero tampoco acepto con benevolencia algunos momentos de su trayectoria seguida por usted luego de su regreso a esta su tierra natal, Guatemala, dada la complejidad de los hilos legales que han tejido tanto su presencia en la vida pública como la mía privada. Lo mismo pienso desde la óptica del país que lo vio nacer como desde el de su adopción en cuanto adulto pleno. La verdad, me tiene algo confundido si tengo en cuenta la complejidad del momento político tanto en los Estados Unidos bajo el liderazgo de Donald Trump como en Guatemala bajo el equivalente de la CICIG. Las razones para mi cautela me las sugieren,
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