El volcán avisó a tiempo que bajaría por sus faldas un vendaval de lava y ceniza rellenando los barrancos destruyendo lo que se le pusiera enfrente, con un poder terrible y un ruido que escucharán pasado el tiempo los oídos de los que no han nacido todavía, dormidos con arrullos antes de conocer la magnitud del dolor que dejó sembrado el fenómeno natural castigando sin piedad a los marginados. Mientras el coloso de fuego anunciaba que se llevaría las almas de los pobres y los sepultaría en el olvido, los responsables de dar la alarma en la Conred recibieron con desdén las advertencias del Insivumeh sin prevenir de un desastre anunciado a los pobladores de las aldeas, dejando abandonados a su suerte a los que cada cuatro años son engañados por delincuentes disfrazados de políticos. Los mediocres que desempeñan esos cargos, –reservados a expertos– creen que su trabajo es llenar