La máscara
buscando a syd
Publicidad
buscando a syd
¿Quién te hizo esto?.– Hijo, ¿quién te hizo esto? ¿Quién te causó tantas heridas? ¿enterró en ti tantos puñales? ¿quién rompió la elegía de tu pecho? ¿extrajo de ti la sangre interminable? Ay, hijo, tu rostro es el mar de lo irreconocible. Estás abierto como una fruta maldita. Preferido mío, ¿qué ron, qué mujer, qué noche, qué naipe, qué pacto, qué pandilla te redujo a esta condición? La máscara.– Con esta máscara podrás caminar en las calles. No es cuestión de ir por ahí mostrando tu rostro orgánico, tu acero o tu piedad. Nadie quiere ver tus arrugas cuajadas, tu piel sucia. Con esta máscara –máscara práctica, livianísima– podrás pedir trabajos y tener citas sexuales. Está cargada de las cosas que los otros siempre consienten. Es perfecta porque solo enseña el perfil necesario, el cubículo de tu ser que es requerido, nada más. Quítatela y serás linchado. Desde el bus.–
Publicidad
Publicidad