No hay carrera contra el tiempo
Aunque hay que cuidar el camino.
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Aunque hay que cuidar el camino.
Amílcar es un amigo que hace alrededor de cuatro años fue detenido, señalado de un delito inaudito –para quienes lo conocemos. De inmediato procuró que los tribunales conocieran su caso, para no permanecer en la cárcel. Eso no ocurrió en tres años. El juez reprogramaba repetidamente las audiencias, con cualquier pretexto. Amílcar estaba convencido de que lo querían purgando pena sin sentencia, por venganza política. Y, según él, había un responsable con nombre y apellido y, por supuesto, con extraordinario poder. Amílcar no es un caso aislado. Por supuesto que la inmensa mayoría de detenidos no tiene enemigos tan poderosos para pagar lenidad al juez, pero, es cierto, cerca de la mitad de los más de 20 mil privados de libertad no han sido juzgados, según el Sistema Penitenciario. Muchos cumplen y superan la pena que les hubiese correspondido por el supuesto delito. Cuando al fin son oídos y sentenciados,
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