Trabajo doméstico
No más ostracismo y esclavitud estatal y societal para las trabajadoras del hogar.
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No más ostracismo y esclavitud estatal y societal para las trabajadoras del hogar.
Mientras las propuestas de reforma electoral erotizan los imaginarios de la ciudadanía urbana, la piramidal estructura económica del país se consolida y se expande en detrimento de los derechos humanos, (exenciones fiscales para maquilas y call centers, sociedades offshore y trabajo parcial), donde el trabajo doméstico reconfigura la matriz de explotación laboral –un promedio de 14 horas diarias–, en el caso guatemalteco revestida de racismo y discriminación. Las trabajadoras domésticas históricamente han estado confinadas al destierro e invisibilización estatal, desprovistas del sistema de protección social –las hordas farmacéuticas andan tras su privatización total–, son víctimas de violencia de género y están sometidas a un régimen semiesclavista por las castas ladino/mestizas, urbano-céntricas y clasemedieras/altas. Para la institucionalidad pública no son una prioridad, esta más bien contribuye al apartheid político de este sector al no concebirlas como sujetas de derechos socioeconómicos y políticos, no son beneficiarias de ninguna política pública –el Programa
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