Los espejos
buscando a syd
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buscando a syd
Se te acabó la gas.– Estos días y los otros se acaban. La espuma se va terminando. Lo compuesto dice adiós. El traje se deshace ante tus ojos cansados. El espejo libera todos sus reflejos. Se te acabó la gas, colega. Qué noche renga, y última. Su perfume, el de la orina. Sin embargo hay algo de cristalino. Todos los soles mueren, pero mueren en el sol. El conductor.– Manejo por las brutales calles del ciempiés. En las esquinas hay decadencia y hay fornicio. Este es mi sendero quemado, entre semáforos. En las aceras hay laúdes rotos, y esos enanos locos de beber ajenjo con sus labios gangrenados. Suenan disparos en ciertos segmentos cercanos de la noche municipal, y las sucias parentelas se desplazan como manadas turbias de coyotes, huyendo de un cadáver acabado de liquidar. Pedazos y astillas de espejo reflejan las tinieblas de los otros callejones, y un
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