El psicópata como espejo
follarismos
Publicidad
follarismos
No se necesita ser adivino para imaginar que si Donald Trump continúa actuando impulsivamente y tomando decisiones alocadas, es probable que hasta sus socios y amigos lo tirarán un día de estos por la ventana, declarándolo incompetente o loco. Lo interesante del caso, señoras y señores, es que el tal Trump no está loco ni enfermo, sino que representa ni más ni menos el producto humano más acabado y emblemático que la sociedad gringa, en su versión circense, empezó a fabricar a partir del triunfo de la segunda guerra mundial, una de cuyas ideólogas (de esa sociedad), Ayn Rand, la papisa del individualismo, lo describió admirablemente en sus libros al ensalzar los valores del éxito material y de la megalomanía, frente al espíritu de cooperación y de solidaridad humanas que, según ella, son absolutamente secundarios o prescindibles. Un buen humorista y colega de este periódico –Gonzalo Asturias Montenegro– me tiró
Publicidad
Publicidad