El final del futuro
Si el porvenir es sólo un presente alargado, no queda sino entretenernos.
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Si el porvenir es sólo un presente alargado, no queda sino entretenernos.
Si algo nos inculcó la modernidad fue la esperanza en un futuro mejor. Ya fuera por la vía capitalista que por la socialista. El capitalismo nos prometió un porvenir de comodidades sin fin y el socialismo una igualitaria sociedad pacífica, basada en la solidaridad y el amor. Ambos menús descalificaban a su contrario como el Mal y se asumían orondamente como el Bien. El “triunfo” del capitalismo sobre el socialismo en 1989, proclamó que los vencidos estaban equivocados e impuso la dictadura de la lógica del mercado para que rigiera no sólo los criterios de compra-venta, sino también los de la política, la ética, la cultura, el arte, la religión y la moral. Así, el sentido de la vida se circunscribió a “tener” y con ello se derrumbó el edificio espiritual que el propio capitalismo había construido en calidad de derechos humanos, ciudadanías críticas y edificación de un futuro mejor
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