El gran trueno del populismo
Nuestras elites se tienen que aplicar.
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Nuestras elites se tienen que aplicar.
Los populismos y nacionalismos no surgen por accidente. Se incuban en pleno vuelo, cuando celebramos las victorias que creemos eternas y nos sentimos irrefrenables. Los perdedores de la globalización toman venganza, por cualquier rendija, y siempre hay alguien dispuesto a interpretarlos. Esta vez ha sido Donald Trump en la potencia hegemónica, y ha puesto a temblar al mundo, removiendo las raíces el orden establecido hace más de 70 años. El discurso de Trump el 20 de enero, en su investidura, ha sido criticado por vacuo, mediocre, sin referencias históricas y, otra vez, demagogo. En cierto sentido también es imprudente e irrespetuoso. Irreal y fuera del mundo. Pero hay que tomar las expresiones que le hacen sentido a la gente que lo votó el 8 de noviembre. Por ejemplo: “Desde hace demasiado tiempo un pequeño grupo de nuestra nación ha estado cosechando los beneficios del Gobierno [Estado], mientras que la gente
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