El grave error en el que podríamos incurrir
Aquí no caben “ocurrencias” sino la reformulación de lo pactado.
Publicidad
Aquí no caben “ocurrencias” sino la reformulación de lo pactado.
Reformar la Constitución de la República, es reformar –así de claro– el pacto de paz social que establecimos, pacto cuya legitimidad fuera reconocido por la insurgencia armada (imperfecto y que debía perfeccionarse, pero legítimo) punto de partida, referencia y límite para que la firma de la paz fuera posible. Todo podía hacerse, incluso la reforma o sustitución misma del texto constitucional pero siguiendo sus normas para hacerlo. No deben tratarse, en consecuencia, las reformas a la Constitución Política de la República ¡Es preciso que sepamos comprenderlo! de simples ocurrencias, por muy afortunadas que pudieran parecernos. Al reformar, lo que reformaríamos es ese pacto establecido y lo que debemos sopesar es si cada una de las reformas que pudieran ocurrírsenos se encuentra de acuerdo con el mismo, lo mejora o si, incluso, lo reformula o lo sustituye. Hacer una Constitución –tal su sentido democrático– es pactar las normas fundamentales que rijan
Publicidad
Publicidad