Tal como está la situación del país y la actitud que por siempre han asumido los grupos dominantes de rechazo total a cualquier medida que afecte en lo más mínimo sus intereses, no queda más que echar para adelante la reforma tributaria, pero con impuestos directos que graven la caja de los que más tienen y no con impuestos indirectos que afecta a quienes apenas sobreviven con los salarios de hambre que pagan los empresarios y finqueros. Esto debe de ir acompañado de la eliminación de los privilegios fiscales de los que siempre han gozado y de un estricto control para evitar lo que siempre han hecho, robar al fisco. Ahora está en manos de los diputados la propuesta del Ejecutivo y son ellos, de común acuerdo con el Ejecutivo, quienes deben tomarla como base para aprobar una reforma tributaria profunda, que garantice al Estado contar en el futuro con