Historia ¿sin fin?
El vacío abismal de la prevención.
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El vacío abismal de la prevención.
¿Hemos visto morir a una persona querida en un hospital público? Minutos antes la rodean con un biombo desvencijado para abstraerla del bullicio y de las miradas incautas. Enfrenta a la muerte en aparente soledad, sin testigos ajenos que interrumpan su viaje definitivo. ¿Hemos visto las filas eternas de pacientes demolidos? Enfermedades aplazadas para el mes siguiente, o para el próximo. O para siempre. Rostros desfigurados, huesos desquebrajados, articulaciones hendidas de dolor. ¿Cuántos mueren en el intento? ¿Hemos sufrido la imagen de un padre con su niño amarrado a la espalda porque tuvo que caminar medio día para llevarlo al próximo centro de atención? Durante un camino lluvioso, el hijo murió. ¿Hemos contemplado la fotografía de cinco recién nacidos compartiendo la misma cuna enclenque? Compartiendo también un futuro sombrío desde entonces. ¿Hemos sabido de jóvenes practicantes que se ven obligados a suministrar respiración manual durante horas? Héroes anónimos que para
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