La prisión preventiva no se trata de un castigo
Lo que esta pretende es, única y exclusivamente, asegurar la presencia del imputado en juicio y que este no obstaculice, estando libre, la actividad de la justicia.
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Lo que esta pretende es, única y exclusivamente, asegurar la presencia del imputado en juicio y que este no obstaculice, estando libre, la actividad de la justicia.
Ha sido tal la mediocridad de nuestro sistema judicial que se ha venido haciendo un castigo de la prisión preventiva, cuando esta no es sino un instrumento para asegurar la presencia del imputado en el proceso y que debe utilizarse –única y exclusivamente– cuando no exista otra forma de lograrlo, siéndolo –también– para impedir que el imputado pueda realizar maniobras para obstaculizar las investigaciones y la acción de la justicia tales como, por ejemplo, inutilizar la evidencia, esconder los instrumentos y objetos del delito u otras semejantes. La prisión preventiva busca impedir –en especialísimos casos– que el imputado vuelva a delinquir, en tanto que no se define su situación jurídica; especialísimos casos en los que su peligrosidad se hace evidente. Dada la mediocridad de nuestro sistema de Justicia y su conocida ineficiencia para llevar las pruebas a los juicios y lograr, así, que se produzcan las condenas (incapaz –tantas veces– de
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