La banda presidencial
Es triste, lamentable, vergonzoso.
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Es triste, lamentable, vergonzoso.
La caída de la banda presidencial provocó algarabía pública, jóvenes recorrieron las vías principales de la capital y centros urbanos agitando banderas patrias, hubo abrazos, besos entre desconocidos y un encendido sentimiento patrio. Tal y como ocurre en otros países cuando la selección de fútbol vence al rival o gana la copa del mundo. Adelantamos la fiesta de la independencia sin antorchas, aunque lamentablemente no estemos festejando el triunfo guerrero contra invasores extranjeros sino sobre los nuestros, porque nos estamos librando del abuso de otros guatemaltecos, de nuestros propios hermanos, y eso es triste, lamentable, vergonzoso. Hay que ser duros y claros para solventar nuestra miseria, pero no hay motivo para festejar. Deberíamos vestirnos de luto, porque hemos comprobado la podredumbre en nuestro cuerpo, y para curarnos será necesario amputar una parte. Otros guatemaltecos, los de más alto nivel, se aprovecharon de nosotros. Nos hicieron quedar como bestias. Y ahora
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