¿Oligarquía o crimen organizado?
¿Cabe preguntar qué es mejor?
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¿Cabe preguntar qué es mejor?
Por mi artículo pasado, algunos biempensantes de izquierda me acusan de afirmar que “es preferible el crimen organizado que financia a Baldizón, que el CACIF”. Como pienso por mi cuenta y no sigo líneas de partido ni capilla alguna, en el pasado he sido acusado de agente de la CIA, comunista, racista y, ahora, de baldizonista. Pero, moralismos biempensantes aparte, importa señalar que la aparente disyuntiva de esta acusación implica la falsa idea de que la oligarquía y el crimen organizado son entes separados y contrarios entre sí, cuando a menudo resulta difícil discernir su diferencia y mucho más su oposición como contrarios irreconciliables. Por si no bastaran los ejemplos de Vielmann y Sperissen –quienes perpetraban “limpiezas sociales” amparados en el Estado oligárquico de Óscar Berger (famoso por su contrabando “legalizado”)– y el de los empresarios miembros de La Línea-2 (Pérez Molina dixit) –quienes sobornaban a los funcionarios de la
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