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Es momento que reconozcamos que la actual lucha contra la corrupción, la impunidad y los abusos de poder debe transformarse en una batalla permanente contra estos males. En la medida que la clase política tradicional se sienta amenazada por la presión de una ciudadanía activa, dispuesta a luchar de manera permanente por un mejor país, será posible reformar el sistema político actual. Algo que saben bien los políticos tradicionales y que están tratando de debilitar promoviendo la confusión entre la población mediante reformas express que, supuestamente, resolverán los problemas de fondo. Las reformas que hoy se discuten en el Congreso ni siquiera llegan a ser un primer paso en la dirección correcta. Contrario a lo que se pregona en las calles, en redes sociales y en muchos medios de comunicación, no siempre conviene cruzar el umbral de cualquier puerta que se abre. Decenas de organizaciones de la sociedad civil,
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