Velorio electoral
Al llegar a la pubertad ya hacía gala de participar en orgías de corrupción.
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Al llegar a la pubertad ya hacía gala de participar en orgías de corrupción.
En la medida que nos acercamos a la fecha establecida para los comicios generales, el proceso electoral más que una fiesta cívica, va adquiriendo la apariencia de una ceremonia luctuosa dominada por lamentos y pesares inevitables de experimentar hasta que culmina el protocolo mortuorio. Esta percepción corresponde mucho a la realidad toda vez esta próxima elección bien podría significar el entierro del sistema político-electoral inaugurado en 1985, siendo que con tan solo 30 años de edad, este régimen no parece gozar de longevidad como resultado de una vida avocada a vicios, desmanes y bacanales, que fueron minando la vitalidad y funciones de todos los organismos de Estado, hasta dejarlo prácticamente desahuciado. En todo el territorio nacional se conoce de incidentes, algunos de ellos violentos, donde candidatos sufren atropellos, insultos y agresiones y hasta son expulsados de las comunidades que visitan. No se trata de casos aislados, por tanto marcan una
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