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Por más que todavía existan algunos políticos e intelectuales retrógrados que defienden a capa y espada a los regímenes de países como Venezuela, Nicaragua y Cuba y se regodean con lo que sucede en Perú y Bolivia, esperando que regímenes del mismo talante se afiancen en estos países, se debe tener claro que cualquier opción política que no respete no respete la división de poderes y desobedezca las reglas que limitan la concentración de poder en pocas manos no tiene cabida en una sociedad democrática. Por más que muchos de estos movimientos se disfracen tras nobles ideales y digan defender las más nobles causas, en la medida que no exista un compromiso comprobado de su respeto hacia las instituciones republicanas que limitan la concentración y el uso del poder, habrá que desconfiar de ellos. Ha quedado demostrado que quienes promulgan este tipo de ideas buscan proyectar una apariencia de apertura
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