Publicidad
Con el paso del tiempo han empezado a aflorar diversos daños colaterales provocados por el COVID-19. La suspensión de clases presenciales, independientemente de la calidad de la educación antes de la pandemia, es un ejemplo de este tipo de daños. Promover la utilización de la videotelefonía a través de sofisticadas plataformas virtuales y el uso de otros medios electrónicos para poner en contacto a alumnos y profesores fue un riesgo calculado. Se sabía bien que este tipo de solución no era un buen sustituto de la presencialidad y del trato cara a cara; sin embargo, dados los riesgos que implicaba…
Publicidad
Publicidad