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La fuerza simbólica de las grandes utopías ha demostrado ser más poderosa que la de los tanques y fusiles para provocar cambios profundos en las sociedades, tal como lo demuestran los experimentos comunistas de Lenin y Stalin, el nazismo de Hitler o el maoísmo de Mao Zedong. Estos cambios casi nunca resultan positivos para sus sociedades, aunque las intenciones originales de tales movimientos hayan sido otras. Ha sido una constante a lo largo de la historia que todos los movimientos revolucionarios utópicos terminen provocando tragedias humanas contrarias a su evangelio. Aunque de forma distinta, los tres ismos mencionados antes son…
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