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Tanto los azotes de la guerra en Europa, la enfermedad, la violencia y la pobreza, como la intolerancia, el abuso de poder, la corrupción y la impunidad, están llevando a nuestra sociedad a la desesperanza y al caos. El crimen se enseñorea por doquier, mientras que las condiciones de vida siguen siendo precarias, infrahumanas. La gente se siente desamparada, desorientada y teme lo peor, como los apóstoles de Jesús en aquella barca que hacía agua en medio de la tormenta. El papa Juan XXIII, con profunda fe y esperanza, nos dice: “No habrá paz en la tierra mientras Dios esté…
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