Con compañeras feministas llevamos años preguntándonos cómo contrarrestar la nefasta influencia de la cultura patriarcal en las mentes y corazones de la gente. Cómo hacer para que otras ideas e imágenes estén presentes en la cotidianidad, para que haya amplitud de miradas, formas de pensar y de ser.  El ámbito simbólico sigue siendo territorio en disputa. Eso lo vemos fácilmente en los discursos oficiales, por ejemplo, donde la mediocridad, el cinismo y la chabacanería son características comunes. Pero lo encontramos también en la literatura, bajo formas más refinadas, en películas, en canciones. La repetición del mensaje patriarcal es omnipresente. La penetración ideológica, la enajenación, son armas que el poder establecido usa para su sostenimiento, a través de la manipulación. Desde su posición, la población es considerada como receptiva pasiva, y en tanto tal, sujeta de engaños. Recuperar la historia es una necesidad básica para la reconstitución de nuestro ser social.