La escuela y el buen ciudadano
El buen ciudadano es sin duda resultado no solo de buenas familias, sino también de buenas escuelas.
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El buen ciudadano es sin duda resultado no solo de buenas familias, sino también de buenas escuelas.
En la antigüedad clásica, la política era considerada como la actividad más elevada a la que un ser humano podía dedicar su vida. Resultaba prácticamente inimaginable que un verdadero hombre pudiera existir fuera de la ciudad o que, viviendo dentro de ella, se retirase voluntariamente a vivir en forma privada. La privación política era sin duda el mayor castigo que la sociedad podía imponerles a quienes cometían crímenes contra la comunidad. Entre las antiguas tribus europeas, llamadas bárbaras por griegos y romanos, la intensa participación de hombres y mujeres en la toma de decisiones comunitarias era lo acostumbrado y esperado. Nadie podía sustraerse al deber de participar en lo que concernía a todos. De la misma manera, alejarse de lo público era para ellos transformarse en una bestia feroz; en un ser feral o salvaje. Todavía hoy se descubren de vez en cuando niños ferales: niños que han crecido
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