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La contumacia del Pacto de Corruptos y sus socios estratégicos y apologetas raya ya en la estupidez. Son incapaces de reparar que, de insistir en su error, les aguarda un futuro muy parecido al que tendrán los cabecillas del Bolivariano Estado Narco Chavista de Venezuela o del ignominioso régimen Sandinista. En sus locas fantasías, probablemente crean que China o Rusia saldrán en su defensa en contra de las sanciones internacionales que les esperan de continuar con sus bravuconadas; de llegarse a este extremo, no tienen la menor idea de lo que significaría para sus propios intereses lidiar con tan rapaces aliados. Además, sus cortos alcances no les permiten reconocer que no es lo mismo “ordeñar” a un país como Guatemala, que a un país rico en recursos naturales como Venezuela; un país pobre como nosotros no resiste mucho más los niveles de corrupción que hemos vivido en el pasado reciente.
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