Ampliar y diversificar la protesta
El pueblo soberano es el que manda, y sus órdenes quedaron claras.
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El pueblo soberano es el que manda, y sus órdenes quedaron claras.
Luego de las marchas del 4 de julio, en especial las nocturnas con luminarias, quedó claro que el pueblo ya no le pide la renuncia al Presidente de la República, sino que abiertamente lo está echando del puesto con todo el derecho que le da el ser su empleador soberano. También quedó asentado de una vez por todas que la organización es la clave del éxito de las movilizaciones masivas, y que la unidad de demandas es lo que le otorga fuerza y legitimidad al discurso político de la protesta contra la corrupción y a favor de reformas a las leyes antes de las elecciones. La masividad fue recobrada por las marchas de los sábados, a lo cual se agrega su expansión a diferentes puntos de gran simbolismo político, como la Corte Suprema de Justicia y el Congreso de la República, además de la tradicional Plaza de la Constitución.
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