Giammattei y la CC: temores, ataduras, ambiciones
No digas qué presidente eres, avísalo designando magistrados.
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No digas qué presidente eres, avísalo designando magistrados.
Giammattei deberá elegir, en Consejo de Ministros, dos magistrados –titular y suplente– de la CC que se integrará el 14 de abril. Es su prerrogativa, y alta responsabilidad. Todos los presidentes del periodo democrático han ejercido esa facultad con discrecionalidad, a diferencia de los otros órganos electores. En esa designación se retrata el mandatario y el manejo de sus circunstancias políticas. Por ejemplo, la capacidad e idoneidad de la primera CC, integrada en 1986, no tiene comparación. Nos desborda la estatura ética e intelectual de Héctor Zachrisson, Jorge Mario García Laguardia, Alfredo Balsells Tojo, Edmundo Quiñones, Gabriel Larios Ochaita y Alejandro Maldonado, entre otros.
En el otro extremo está la designación en 2016 de Dina Ochoa como magistrada titular por parte de Jimmy Morales. (Ella aspira ahora a ser designada por la actual Corte Suprema, tan impresentable como ilegítima). La distancia inconmensurable de calidad y honorabilidad de magistrados en apenas 30 años, refleja la degradación del sentido de responsabilidad de Estado de los gobernantes, y el deterioro desenfrenado de la institucionalidad. No digas qué Presidente eres, avísalo designando magistrados. La designación de magistrados de la CC da la medida del entendimiento, o no, que tiene el Presidente sobre que el Estado –por dignidad, respeto y paz social, además de obligaciones internacionales– debe procurar tribunales competentes, independientes e imparciales.
Si designa magistrados conservadores o liberales, resulta secundario. En esa preferencia de interpretación del Derecho descansa la prerrogativa presidencial, no en buscar protección para sí mismo o complicidades serviles a costa de traicionar la Constitución, como fue el caso de Jimmy Morales y Dina Ocha. La próxima integración de la CC es crucial. Marcará la ruta de caída libre del Estado de derecho, tan degradado en los dos últimos años. O dará una señal de recuperación. Nunca esas designaciones acapararon tanta atención nacional e internacional.
En la designación de dos magistrados se refleja el señorío presidencial, pues el Consejo de Ministros –señaladamente el actual, con la salvedad del vicepresidente Guillermo Castillo– suele ser obediente y no deliberante. En el pasado reciente, el Congreso de la República y la CSJ cuidaron las formas incorporando procedimientos de publicidad y que aludían a la objetividad e idoneidad en sus designaciones. El Consejo Superior Universitario también ha fijado criterios estrictos y confiables, hasta ahora. Los magistrados que designe Giammattei expresarán –por la forma y el fondo de la designación– su estatura de Estado y, en términos prácticos, sus temores y ataduras. Por la injerencia que ejerce en todos los órganos electores, parece que su estatura es bajita y sus temores, compromisos o ambiciones, desmesurados. Le ruego que me desmienta.
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