Vientos cruzados
Biden tiene como prioridad reconstruir la agenda interna y el tejido social de su propio país.
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Biden tiene como prioridad reconstruir la agenda interna y el tejido social de su propio país.
Mientras desde el norte soplan nuevos y refrescantes vientos políticos con la instalación de una nueva administración que trae consigo nueva agenda y equipo, en Guatemala emanan aires pestilentes de la concentración de poder de mafias políticas que lograron hacerse del control de todas las instituciones con fines de corrupción e impunidad. Cuando el presidente de Estados Unidos visitó Guatemala en 2014, 2015 y 2016 en calidad de vicepresidente, su país tenía agenda bipartidista consensuada y su gobierno estaba comprometido a fondo con el combate a la corrupción gubernamental del entonces gobierno patriota.
No se imaginaba Biden que, como en su país, las cosas derraparían hasta desfigurar la agenda del momento al punto que los corruptos y corruptores retomarían el poder y con más ganas. Los corruptos no solo regresaron al gobierno, coparon los tres poderes del Estado y secuestraron los procesos para elegir los operadores de justicia y así blindarse de ser perseguidos por seguir expoliando a un Estado ya de por sí raquítico. Felices y contentos de tener un par como Trump que fácilmente volteo la mirada al otro lado, mientras desmantelaban los incipientes cimientos de justicia independiente, el conocido Pacto de Corruptos aceleró sus planes de expoliación e impunidad.
Ahora Biden puede constatar que no queda casi nada de la agenda por la que vino hace algunos años y que en lugar de tratar con el fenómeno de niños no acompañados, ahora le toca oír de caravanas de migrantes integradas por miles; en lugar de incautaciones ahora le toca oír de cielos abiertos para los traficantes de droga y que su poder de interlocución ya no funciona en instituciones como el Congreso, dominado mayoritariamente por representantes de todo tipo de mafias. Los problemas de los países del triángulo sin norte de Centroamérica se agravaron en proporción directa al poder que adquirió la corrupción en los gobiernos y sus socios en estos últimos cuatro años.
Hoy Estados Unidos tendrá que invertir el doble de esfuerzos y recursos para retomar la agenda que quedó truncada con la transa que hizo Trump con las elites locales por motivos estrictamente pecuniarios y electorales de corto plazo.
Si bien algunos congresistas estadounidenses no quitaron el dedo en la llaga y lograron incluso aprobar nuevos instrumentos legales de presión y castigo para los promotores de los Estados fallidos como Guatemala, acá las mafias aprovecharon el descuido para construir muros de protección a sus intereses y de ataque a las instituciones democráticas. Biden tiene como prioridad reconstruir la agenda interna y el tejido social de su propio país, pero su política externa le demandará y reclamará la misma atención pues muchas regiones del mundo como es el Triángulo Norte de Centroamérica, hoy representan una amenaza mayor a la estabilidad y seguridad de la región y de la suya propia. A diferencia de lo ocurrido el 6 de enero en el Capitolio que fue un evento fugaz; en nuestro país los vándalos sí lograron entrar y tomarse todas las instituciones.
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