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En el discurso de toma de posesión de la Junta Directiva del Congreso 2021-2022, el presidente del Congreso, Allan Rodríguez, dijo que es un artesano y un hombre de paz. Y evocó los Acuerdos de Paz, firmados entre 1994 y 1996. Sin embargo, es importante ver y recalcar, de cuál país y de cuál paz está hablando Allan Rodríguez. Porque en Guatemala es muy claro que no hubo interés y no se hizo nada realmente diferente en materia política, social, económica y de condiciones de vida de nuestro país para fomentar, sustentar y fortalecer la paz. Más bien, nuestra situación general empeoró tras el conflicto armado, hoy hay más pobreza, desigualdad, desnutrición, migración, falta de oportunidades y desintegración familiar que antes, y para colmo, no hay un mínimo de atención y de interés verdadero por solucionar al menos parcialmente esos problemas. Y como suele hacer Alejandro Giammattei, prácticamente Allan Rodríguez deja esos asuntos simplemente a la buena de Dios. Más cínico y farsante no se puede ser. Y tanto los sectores gubernamentales, como políticos y del sector privado organizado, han estado muy cómodos manteniendo las estructuras de la época del conflicto armado interno, algunas de las cuales se han reconvertido en estructuras criminales y delincuenciales, que han dado forma y sustento a las organizaciones políticas, si no veamos la cantidad de funcionarios y políticos con vínculos con narcotraficantes, criminales organizados, corruptos, etcétera. Y al parecer, Allan Rodríguez considera un ataque a la democracia y a la libertad, que se denuncien y se combatan los hechos de corrupción que ellos desde el Congreso y el Ejecutivo apadrinan. Que los políticos, funcionarios y miembros del sector privado no sean corruptos y de verdad apoyen al país y a su gente.
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2021: Donald Trump: ¿Arde el país?
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