Mi primera vez
Regresaremos porque el pueblo está inundado, enfermo y se muere de hambre. Regresaremos.
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Regresaremos porque el pueblo está inundado, enfermo y se muere de hambre. Regresaremos.
Me habían dicho que la Plaza tiene vida propia, pero nunca lo había experimentado, hasta el sábado 21 de noviembre del 2020. Cuando la ciudadanía despertó en 2015, yo estaba en mi último año de colegio y todavía no tenía noción clara de qué esperaba para mi vida ni para mi país. Nunca fui a la Plaza y no entendía mucho de lo que estaba pasando, pero ahora es diferente.
Cinco años después y pasando por una película ‘coming of a age’ a la latinoamericana del realismo mágico, fui a la Plaza por primera vez. Se respiraba un ambiente tenso, de enojo y frustración. No sabía qué esperar pero sí tenía claro qué quería: demostrar mi total repudio a una clase política que le miente a sus ciudadanos a la cara. Lo que vi fue exactamente eso, una ciudadanía cansada. Cansada de los abusos de sus dirigentes y cansada de vivir en carne propia el famoso dicho que “siempre se puede estar peor”.
El desgaste y degradación de la imagen del Presidente y demás dirigentes fue punto clave para la gran convocatoria vivida en la Plaza. Tomando en cuenta que muchas personas se vieron incapaces de ir por la pandemia o el miedo a la posible represión de parte de una figura con delirios de dictador, el Centro Histórico de la ciudad estaba lleno. Lleno. Lleno de gente que ya no tiene nada que perder.
Más allá de eso, también identifiqué una nueva generación que, como yo, no estaba hace cinco años. Jóvenes con energía renovada que tienen claro que las renuncias no son suficientes. La posible renuncia del Presidente, de la Junta Directiva del Congreso y del ministro de Gobernación son puramente simbólicas. Sin cambios estructurales y sustanciales, después del 2015, ya sabemos cómo va el cuento.
Vi jóvenes que tienen claro que una protesta sin propuesta no llega a nada. Parte del camino es la renuncia de los funcionarios que han vendido a la patria para satisfacer sus propios intereses, pero eso no alcanza. Jóvenes que luchan por una verdadera reforma a la Ley Electoral y de Partidos Políticos para no tener que seguir arriesgando sus vidas luchando contra un sistema corrupto. Jóvenes que quieren recuperar su libertad y vivir sin miedo, jóvenes que se cuidan entre sí porque saben que la Policía no lo hará. Jóvenes que se rehúsan a experimentar en carne propia la realidad represiva que solo conocen por anécdotas de sus papás. Jóvenes que fueron encarcelados, golpeados y gaseados, pero que aun así volverán a la Plaza el sábado 28 de noviembre.
A estos jóvenes, con los que compartí mi primera vez en la Plaza, les aplaudo y tengo el honor de incluirme en ellos. Junto a estos jóvenes regresaremos a la Plaza. Regresaremos a recoger los escombros de país que esta clase política nos está dejando y les mostraremos que no somos apáticos a la realidad que nos rodea. Regresaremos porque sabemos que la revisión del Presupuesto no es suficiente. Regresaremos porque el pueblo está inundado, enfermo y se muere de hambre. Regresaremos.
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