Nuevas Narrativas. La sala VIP del infierno
Hablar del Sistema Penitenciario es complejo, como lo es su abordaje.
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Hablar del Sistema Penitenciario es complejo, como lo es su abordaje.
La palabra infierno viene del latín inférnum o ínferus que significa por debajo de, lugar inferior, subterráneo. A los cristianos nos enseñaron que, si pecamos, es un lugar a donde podemos llegar después de la muerte. La teología católica también lo describe como un estado de sufrimiento. En otras palabras: Guatemala.
El infierno guatemalteco ofrece varias salas VIP, como las cárceles. La estancia promete hacinamiento, violencia, corrupción, drogas y deplorables condiciones de detención. En la era CICIG aprendimos que, en Guatemala, hay dos sistemas de justicia. Por ende, dos tipos de cárceles. La de los pobres y excluidos, y la de los ricos y poderosos.
Fue hasta que se tocaron a las élites que, temas como la prisión preventiva, empezaron a hacer ruido. Antes, como solo tocaba a los “nadies”, diría Galeano, daba igual si una persona podía pasar más de tres meses en prisión sin que el Ministerio Público hiciera algo.
Hablar del Sistema Penitenciario es complejo, como lo es su abordaje. Primero, porque como sociedad estamos acostumbrados a ver al delincuente como basura, como un ciudadano de tercera categoría. Dejamos a un lado el rostro humano. Por ello, cuando en una campaña electoral nos ofrecen mano dura, ladramos rápidamente apoyando a una candidatura. Aquí pedimos que quemen las cárceles, que corra sangre. Segundo, porque los gobiernos, como reflejo de nosotros mismos, no han mostrado ninguna voluntad política para implementar las reformas estructurales que se necesitan. Por el contrario, les ha interesado mantener el status quo.
Las cárceles están a cargo del Ministerio de Gobernación, es decir, del Presidente de la República. En los últimos diez años hemos visto cómo los directores del Sistema Penitenciario van y vienen, haciendo negocios turbios, fomentando impunidad, privilegios y tolerando graves violaciones a los derechos humanos. De hecho, el propio actual presidente de la República, Alejandro Giammettei, fue director del SP y estuvo presente en la famosa Operación Pavo Real en la que se cometieron ejecuciones extrajudiciales de varias personas privadas de libertad. Ah, y con esta operación, promocionamos a nuestro infierno a escala internacional.
Me parece crucial que se dimensione la relevancia que tiene el Sistema Penitenciario, puesto que es la parte olvidada en la cadena de la justicia. La inexistencia de la reinserción social de las personas que cometen delitos, particularmente de los que su impacto social es menor. Porque vaya, muchos roban por hambre. ¿Será que es RE-inserción? Yo creo que el que roba por hambre más bien es una víctima del sistema, porque nunca ha estado inserto en la sociedad.
Eso sí, si un poderoso cae. El infierno ofrece una experiencia cinco estrellas, los requisitos: (ex) funcionario/a o empresario/a; haberle robado al pueblo hasta el último centavo; ser miembro del Pacto de Corruptos, entre otras condiciones. Los servicios: suites equipadas, seguridad, lujos, visitas sin control, alcohol, y una extensa variedad de comida para alimentar la gula.
Es urgente que las cárceles puedan ser fiscalizadas y que se haga una depuración de los funcionarios de alto nivel que las dirigen. Ellos son igual o peores que los más peligrosos mareros, porque la corrupción también mata. Además, entender al Sistema Penitenciario, más allá del castigo, es elemental para ver a la justicia desde una mirada integral, para que sea reparadora.
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