Tiempos políticos que se aceleran
A partir de mayo, aún más.
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A partir de mayo, aún más.
La crisis del COVID-19 es también un acelerador de tiempos políticos. Los presidentes que entraron desgastados a esta emergencia –como en Venezuela, Nicaragua, Chile, Colombia, Ecuador y Perú-, han precipitado su desplome. No hicieron de la crisis, oportunidad. Quienes asumieron este año en Argentina, Guatemala y Uruguay, acrecentaron su capital político, pues en general han hecho bien las cosas. Un tercer grupo de gobernantes tomó la pandemia a la ligera –EE. UU., Brasil, México, Gran Bretaña- llevando a sus países al peor de los mundos: ni salud ni economía. La crisis no es peor porque los gobiernos estatales contradijeron las directivas presidenciales y ordenaron confinamientos y cierre de servicios no esenciales. La credibilidad de estos líderes se ha deteriorado de manera significativa, aunque desigual. Bolsonaro camina sobre la cuerda floja, pero Trump, no, a pesar de sus abruptos giros de timón. A toda costa quiere ser reelecto, y el voto
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