Nadie está preparado para una crisis de cualquier índole, se pueden hacer simulacros, se pueden tomar cursos sobre gestión de crisis, pero resulta imposible prever las distintas variables y el orden en que se presentan las mismas como en la vida real. Este es el caso de la pandemia del COVID-19 y una de sus variables imprevisibles es que la estamos viviendo en tiempo real. Esto significa que los esfuerzos nacionales y locales (a nivel departamental y municipal) no son ajenos a lo que sucede en otras partes del mundo por lo que cada decisión que se tome sobre cómo lidiar con la crisis será comparada con las decisiones que otros tomen en otras partes del mundo independientemente de las diferencias socioeconómicas que existan.
Entendamos la geopolítica como la administración de poder en espacios geográficos determinados por territorio, población, recursos naturales y la capacidad de desarrollar tecnología para aprovechar los últimos. Tomando esto en cuenta observemos cómo el COVID-19 se ha ido desarrollando en focos de importancia geopolítica:
Wuhan, que es el corazón de transporte en China y uno de los principales centros de producción automotriz, fue el epicentro original del virus y ya tuvo un efecto inmediato en la economía de aquel país así como en el resto de Asia y seguirá teniéndolo en otras partes del mundo. En Medio Oriente el principal foco de contagio es Irán que, al momento de escribir estas líneas, tiene más de 29 casos y registra más de 2 mil muertes con un crecimiento exponencial en los últimos diez días. Irán es el gran punto de conexión en Asia puesto que une el Medio Oriente con el subcontinente asiático de oeste a este y el Mar Caspio con el Golfo Pérsico de norte a sur. Luego en Europa, el gran foco de la pandemia ha sido Italia con alarmantes cifras de nuevos contagios y muertes que ya superan a China. En Europa observamos la versión inversa de aquel antiguo refrán “todos los caminos conducen a Roma” dado que España, Alemania, Francia y Suiza se ubican justo detrás de Italia en el número de infectados. Por último, en el hemisferio occidental, la situación en EE. UU. es crítica al ser este tercer país con más casos de contagio registrados pero con el mayor número de nuevos casos por encima de España, Alemania e Italia respectivamente. Esto nos debe preocupar tomando en cuenta nuestra dependencia económica, comercial y financiera con los EE. UU.
El COVID-7 sigue un trazo de impacto geopolítico muy claro: China y EE. UU. son las dos principales economías del mundo mientras que los principales motores de la Unión Europea post Reino Unido son los más afectados. Lo más importante de este recorrido será analizar la respuesta que estos países tendrán frente a los efectos del COVID-19 empezando por la cura del virus y repasando la economía global y su posible transformación hasta la forma en la que se maneje la cooperación internacional como muestra de solidaridad. (Continuará)
@RawWagner