¿Qué cambiará luego del virus?
¿Nuevas condiciones económico-sociales?
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¿Nuevas condiciones económico-sociales?
Después del trueno Jesús María, socorrida frase, muy utilizada en nuestro país, antes más que ahora, para aquellos sustos pronunciados, generalmente, ocurridos por falta de prevención o provocados por propias y temerarias acciones, descuidos fatales o cuando no creamos condiciones para minimizar el impacto de hechos fortuitos. El virus, que ahora desestabiliza países y sociedades, es el ejemplo perfecto. Se demanda higiene, limpieza y medidas de prevención a un pueblo, absolutamente vulnerable a este y a todos los virus: sin agua domiciliar, drenajes, salud primaria, mercados inocuos, luz y un largo etcétera. Obviamente hay que atajar el mal y todos debemos colaborar. De eso no hay duda alguna. Preservar vida y salud es ahora la prioridad.
Pero es igualmente legítimo, detenerse y pensar en el futuro inmediato: ¿removerá conciencias este susto: que profetas del apocalipsis señalan como inicio del Armagedón? O todo volverá a la desigual normalidad social. Se transformarán en cambio estructural, los plañideros discursos de ocasión o habrá más de lo mismo: donaciones de gel, pañales desechables, peluches usados, ropa en desuso, raciones alimentarias, fotos y abrazos con “beneficiarios” de la caridad pública, o, tendremos acciones inmediatas de mejora en transporte público, se remozarán escuelas, con amplios ventanales, escritorios nuevos, servicios sanitarios limpios y funcionando, frescos jardines, material didáctico de última generación, visitas regulares de médicos públicos, vacunación, alimentación escolar adecuada. A las comunidades, se les dotará con masivos programas de introducción de agua entubada. Se clorarán las aguas. Comprará el gobierno la cosecha alimentaria local campesina, para surtir hospitales, cárceles, refacción y almuerzo escolar, que genera producto fresco, dinamiza economía campesina y a la vez provee trabajo decente a las familias. Se transformarán las madres en agentes de producción alimentaria de patio, apoyadas con subvenciones estatales. Y allá donde no hay espacio, por “falta de tierra” se harán corrales y huertos comunitarios. Seremos testigos de masivos programas poscosecha. Si esto fuese así, daremos la razón a las abuelas: no hay mal que por bien no venga.
Por el contrario: si el virus es parapeto de subsidios al empresariado de siempre, exención de impuestos, permisibilidad con empresas nocivas al ambiente, congelación de salarios, flexibilización laboral y dedicar los pocos centavos del Estado a garantizar volúmenes de ganancia y desigualdad, exigiendo –como siempre–, sacrificio, a aquellos que no pueden defenderse, quienes desde hace centurias pagan cuota de sacrificio social. Seres humanos a quienes persiguen los virus. Escenario nefasto. Si fuese así, otra vez tendrán razón las abuelas: la pita se rompe por lo más delgado.
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Los hogares guatemaltecos recibieron más de US$11.3 millardos el año pasado.
La variante aparecida en Brasil también se detectó en Japón en 4 personas que viajaron desde Brasil, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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