La reforma
¿Para qué tipo de Estado?
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¿Para qué tipo de Estado?
Durante su discurso inicial, el presidente Giammattei anunció la educación como una de las prioridades de su gobierno y mencionó la implementación de una reforma educativa.
¿Qué país queremos? ¿Hacia dónde vamos? ¿Qué ciudadanos añoramos para nuestro futuro? Esas son las preguntas básicas que hay que plantearse para hablar de una reforma educativa efectiva. Inicialmente se hace necesario recuperar la rectoría del sistema educativo para que permita planificar a largo plazo y pensar la educación como un asunto de Estado y no de gobierno. Los constantes parches disfrazados de vacíos tecnicismos no han dado resultados, solo han socavado más y más el anémico sistema. Y si se desea éxito en semejante empresa reformista, esta debe ser sujeta a consulta, es decir, partir de un amplio consenso social. En un marco de inclusión y diversidad.
Para que acarree buenos resultados, también es saludable hacer un estudio profundo de la realidad. Porque más allá de buscar una formación técnica y científica de las mejores calidades, la humanística es igual de importante. El sistema educativo forma personas. Prepara ciudadanos, por lo tanto, el contexto sociocultural no puede obviarse. Una lamentable herencia del recién pasado gobierno, fue invisibilizar Ciencias Sociales del Currículum Nacional Base, creando un híbrido con otras materias. Aparte de ser un atentado, es amputar la práctica del pensamiento crítico; es vedar el derecho de historiar los hechos; es podar raíces.
Ha habido varios intentos de reforma educativa. El intento de los Acuerdos de Paz, por ejemplo, que condujo a un proceso de consulta nacional escuchando la voz de los pueblos como principales interesados y actores. Poco duró, porque una política educativa basada en “los sueños”, vino a sustituirla (aunque usted no lo crea).
La verdadera conciencia colectiva parte de un modelo de nación pluralista con respeto a la “unidad en la diversidad”. Sin discriminación ni racismo. Con políticas afirmativas para equiparar las desigualdades. Porque cuando la educación se convierte en una herramienta de discriminación, se topó fondo.
Innovar es hacer lo que es justo, pertinente y creativo para mejorar la calidad de vida de los pueblos que integran nuestra gran Nación. Y ante lo que vivimos en estos dorados tiempos, estamos urgidos de convivencia social próspera. Proyectos a cambio de sueños. Diversidad a cambio de homogeneización forzada. Solidaridad a cambio de individualismo. Reforma de calidad para la paz, los derechos humanos y el combate a la disparidad.
Por ahora lanzamos al mundo jóvenes enojados porque la brecha, la exclusión, la desigualdad enfurecen, producen ira. Vuelvo a preguntar: ¿Reforma educativa para qué tipo de ciudadano? ¿Para qué tipo de Estado?
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