El día 4 de septiembre del presente año publiqué algunas de las razones por las cuales los guatemaltecos pagamos precios exorbitantemente altos e injustos por medicamentos; situación que provoca enfermedad, sufrimiento y muerte a cientos de miles de guatemaltecos y a sus familias. Eso causó que el señor Fernando Jarquín, dueño de Agefinsa, una de las cuatro empresas más corruptas en el negocio pestilente de los medicamentos, me hiciera una demanda penal en el Juzgado Séptimo de Primera Instancia Penal Narcoactividad y Delitos Contra el Ambiente.
El señor Jarquín antes del año 2005 era un visitador médico, profesión altamente respetable. Durante ese año, se convirtió en empresario y vendió al Estado de Guatemala Q1.5 millones en medicamentos. Seis años más tarde vendió más de Q700 millones (información pública), durante uno de los gobiernos más corruptos de nuestra historia reciente. Cualquier empresario medianamente honesto entenderá que ese crecimiento no puede ser explicado a menos de que ocurran coimas y arreglos que burlan e irrespetan las normas vigentes.
En contraste, he sido un profesional dedicado a mi especialidad durante 38 años, que he publicado poco más de 96 artículos en revistas científicas indexadas de alto impacto científico, he sido colaborador de las últimas dos ediciones de la Clasificación de Tumores de Cabeza y Cuello de la Organización Mundial de la Salud (OMS), he escrito al menos seis capítulos en libros de Patología editados en Norteamérica y Europa, he dado infinidad de cursos en decenas de universidades a nivel mundial, y aunque siempre se tengan detractores, gozo de prestigio nacional e internacional. En noviembre del año 2005, la Universidad de San Carlos de Guatemala, a través de su entonces rector magnífico, doctor Luis A. Leal Monterroso, me otorgó el reconocimiento de Universitario Distinguido. Hay contrastes evidentes en nuestras hojas de vida, y lo menciono, porque la ciencia se basa en EVIDENCIA. Esta EVIDENCIA la aportaré para recordar a los guatemaltecos, que el alto precio de los medicamentos es simplemente por una desbordada corrupción, que NO es gratuita, y por eso pagamos los precios más altos de América y quizá del mundo.
Al señor Jarquín le aclaro lo siguiente: Ni su demanda penal, ni sus millones mal habidos, ni su influencia entre funcionarios corruptos, ni su capacidad de corromper instituciones públicas, ni su equipo de abogados… me amedrentan ni me intimidan. Me enfrento solo ante mafias poderosas, en nombre de miles de pacientes guatemaltecos, y su derecho al acceso a medicamentos a precios justos, y también en nombre de mártires de la Medicina como mi querido y recordado amigo doctor Carlos Mejía, eminente profesional, cobardemente asesinado.
Como el negocio de los medicamentos representan sumas multimillonarias para unos pocos, cercanas o equivalentes a las que se manejan en el contrabando y el narcotráfico… ya mi familia está fuera de Guatemala y a buen resguardo.
Para refrescarle la memoria, señor Jarquín, a su empresa, y a otras igualmente corruptas, pongo a disposición de los lectores, y sobre todo a los profesionales de la salud honestos, los enlaces de investigaciones periodísticas serias y bien fundamentadas, que aportan evidencia, y en donde tanto su nombre y el de su empresa son frecuentemente mencionados. Debido a limitaciones de espacio, no puedo publicar los textos completos.
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