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El domingo pasado, en Colombo, Sri Lanka, se produjeron ocho atentados con explosivos contra iglesias católicas y hoteles, que dejaron un saldo trágico de 310 fallecidos (30 extranjeros) y más de 500 heridos. Estos actos terroristas constituyen el peor acto de violencia ocurrido en Sri Lanka desde que finalizó la cruenta guerra civil hace una década.
El papa Francisco expresó su “tristeza” ante estos “graves atentados, que precisamente hoy, día de Pascua, trajeron duelo y dolor a varias iglesias y otros lugares de reunión en Sri Lanka” y se declaró cerca de “todas las víctimas de una violencia tan cruel”.
La intolerancia se traduce en la negación o restricción de la libertad de expresión de ideas, que es un derecho fundamental. En todo caso, el respeto a la libertad de pensamiento y expresión es esencial para que las personas puedan externar o manifestar sus pensamientos, ideas, creencias, ideologías, sueños, enfoques, opiniones, puntos de vista, válidos o legítimos para unos, o equivocados para otros, para que la ciudadanía se mantenga informada, para que el debate pacífico sustituya a la supresión del otro y la violencia, para que un gobierno conozca cómo piensa la oposición política y la disidencia, así como para que la libertad de cultos sea plena. En fin, todo esto supone la regencia de la paz y la armonía en la diferencia. “No comparto lo que dices, pero daría mi vida para que lo digas”, puntualiza Voltaire, el apóstol de la tolerancia.
Al respecto Jorge Eduardo Fascetto expresa que “no hay personas ni sociedades libres sin libertad de expresión de ideas, y el ejercicio de ésta no es una concesión de las autoridades, sino un derecho inalienable de los pueblos”. Gregorio Badeni también afirma que “Sin libertad de expresión no puede haber convivencia democrática ni como forma de gobierno ni como estilo de vida”.
En el mundo entero, la intolerancia, así como la resistencia y criminalización de la libertad de expresión de ideas, siguen siendo una realidad ostensible y lamentable. En Guatemala, la intolerancia se está exacerbando alarmantemente conforme el extremismo y la polarización se agudizan, al punto que se percibe un ambiente enrarecido que no presagia tranquilidad, sosiego y esperanza.
En todo caso, nos solidarizamos con las familias de las víctimas, así como con el pueblo de Sri Lanka, en estos momentos de pena, estupor y dolor, y abogamos porque se retome el camino de la reconciliación, la paz, la justicia y la tolerancia, que son la base de la convivencia humana civilizada.
“No me gusta la palabra tolerancia, pero no encuentro otra mejor. El amor empuja a tener, hacia la fe de los demás, el mismo respeto que se tiene por la propia” (Mahatma Gandhi).
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Vecinos de la zona 1 han reportado aumento de hechos violentos, como asaltos y ataques armados, en avenidas concurridos de esa área de la ciudad de Guatemala.
Más de un año después de la aparición del nuevo coronavirus, un equipo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) debería llegar a China este mes para investigar el origen de la pandemia.
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