Límites de las políticas anticorrupción
Eliminar la corrupción no es la panacea de todos los males, mucho menos la varita mágica del desarrollo.
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Eliminar la corrupción no es la panacea de todos los males, mucho menos la varita mágica del desarrollo.
Existen altos niveles de corrupción y muchos de los males nacionales son producto de ella. Razón por la cual la ciudadanía demanda de acciones concretas para evitar, limitar y combatir la corrupción. No obstante, esta percepción de la población no necesariamente es producto de su hartazgo con este mal sino por la falta de efectividad del accionar gubernamental. Es fácil que una ciudadanía atónita por tanto escándalo de corrupción, en busca de respuestas a la falta de resultados de la política pública, atribuya a la corrupción la inefectividad gubernamental. De esa cuenta, es muy probable que, por más éxito que pueda tener un nuevo gobierno en el combate a la corrupción, si no supera dicha inefectividad es muy probable que la población siga creyendo que la corrupción es elevada. Así como un país no es más corrupto un día después que se descubre un escándalo de corrupción y tampoco
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